En el cambiante andar de la vida, el destino de los bomberos se va marcando con la firmeza con que el hachero derriba sus árboles, con la esperanza del que siembra, con la fe de la madre ante sus hijos, con la seguridad de la mano del médico, con el dolor de la fatalidad, con el luto de la muerte, con la maldad del que lastima, con la pureza del niño, con la luz del nuevo día... Millares de hombres buscan los recursos de innumerables destinos, solo algunos lo hacen en la difícil responsabilidad de ser bomberos.
SER BOMBERO es ayudar al prójimo, aliviar su dolor, sanar sus heridas, luchar en el abismo de la muerte para proteger la vida.
SER BOMBERO es tener los ojos de Dios a nuestra espalda cada vez que la hora de la verdad se presenta, cada vez que sentimos estallar las venas al fluir de sangre, cuando nuestro corazón se agita al correr hacia el fuego, forzar una puerta o plegar una línea.
SER BOMBERO es sentir seca la garganta ante la frialdad con que la muerte envuelve a sus víctimas; más aún cuando éstas no tienen otra maldad que la de una travesura.
SER BOMBERO es soportar el calor ardiente en la piel que no cedió ante el peligro, cada vez que con enrojecidos ojos y pulmones de humo buscamos casi con desesperación el deseado aire de los bajos de un incendio, o el potente chorro de una lanza que pareciera quebrarse cuando la presión es alta.
SER BOMBERO es saber que la batalla nuevamente está ganada, cuando la frescura del anhelado vapor nos envuelve en su densa blancura, y algún novato nos empapa más aún con una cortina de niebla, presumiendo que el oxígeno nos falta.
SER BOMBERO es sentir la inmensa felicidad que nos brinda el Todopoderoso al ayudar a dar a luz un bebé, a salvar una vida que tan sólo dependía de un sí, un no, una orden, una decisión, un nudo de una resistente soga y no dejar que nadie sepa quién fue, solamente repetir: "UN BOMBERO" y sentirse orgulloso de ser parte del equipo.
SER BOMBERO es distinguir el ulular de las sirenas a la distancia y sentir el pecho latir con firmeza por llegar a tiempo para brindar nuestra ayuda.
SER BOMBERO es saber a cada instante, que tal vez en una hora, un minuto o un segundo, en algún sitio, alguien necesitará nuestra ayuda; Entonces sonará la alarma, se encenderán los motores, ulularán las sirenas, porque un incendio ha estallado en llamas, porque una vida se habrá perdido, otra estará en peligro o un accidente correrá en sangre.
SER BOMBERO es no saber de descansos, es una comida sin terminar, un trabajo a medio hacer, una cita sin cumplir, o una fiesta sin festejar; es amanecer entre llamas, humo y ropas empapadas; es tiritar de frío junto a la tibieza de los motores; es dejar a un ser amado para ayudar a uno jamás conocido.
SER BOMBERO es darle vida a las autobombas, correr veloz para alcanzarlas, es sentir explotar el corazón al escuchar sus motores en marcha, es invocar a Dios en cada salida.... pidiéndole su protección al conducirlas.
SER BOMBERO es integrar una familia hermanada por el anhelo de servir y unida por la paz que tienen las almas de las personas que en este mundo de egoísmo e intereses mezquinos, arriesgan lo más valioso que poseen para ayudar al prójimo.
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